Le encanta tomarse el café de los sábados junto a la ventana, dice que la temperatura es perfecta, diecisiete grados. Los ninyos por alguna extranya razón aun no están gritando en la calle con lo que todo esta muy tranquilo y puede escuchar como por una de esas ventanas, no se si es la mía, "fue en un pueblo con mar una noche"
Los barcos del río, aunque no consigue verlos desde su ventana, siguen atracados, como siempre, pero me ha dicho que las amarras que los unen a la ciudad se están debilitando y tarde o temprano zarparan, sin prisa pero sin pausa. Hace un tiempo fue capitán de uno de esos barcos, el mas bonito de todos, el que tenia escrito en su proa "Elle"
Se le termina el café, pero no hay problema ya que siempre hace para dos, sigue cocinando para dos y pone la mesa con unas velas, también se afeita y se pone camisa y esconde las piernas debajo de la mesa para que no se le vean las espardenyas que se le han roto porque como siempre se le olvid'o cortarse las unyas.
Se ha dado cuenta de que lo miraba por la ventana y ha cerrado una especie de cortina que m'as bien parece una s'abana, bueno, ya seguir'e mirando en otro momento o le llamo mas tarde para ver que hacemos.