Un señor hablaba solo en en el autobús de vuelta a casa, con un acento francés muy cerrado, levantaba su periódico como intentando hacerse ver, pero la gente le ignoraba. De repente se levantó de su asiento como para dar un discurso final y sin decir nada bajó en su parada.
Después llegando a casa me he encontrado con la mujer mayor del edificio, rondará los 90, pequeña, cabellos blancos, mucha dificultad para andar y siempre sola. Como de habitual le dije bonsoir madame y ella como de costumbre no dijo nada.
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